En vísperas del peor momento futbolístico en la
historia de nuestro amado club, los hinchas de Los Andes hundidos en la
desesperación nos entregamos al impulso mas básico y en medio de la indignación
no pensamos en otra cosa que en romper todo con el solo fin de terminar esta
pesadilla que parece empeorar día a día estos últimos años.
Pero antes que nada es importante entender como
llegamos hasta acá y hacia donde vamos, porque si no analizamos profundamente
todo lo que pasó en tantos años de fracasos casi constantes vamos a estar
condenados a seguir repitiendo la misma historia con esta u otras comisiones.
En primer lugar, en este contexto, ante este
evidente fracaso estrepitoso en la gestión futbolística y la escasa legitimidad
que tiene una comisión sin el aval de un proceso eleccionario en su última
renovación; es imprescindible que a fin de descomprimir esta olla a presión a
punto de explotar la comisión directiva convoque a elecciones para después de
finalizado este campeonato; estableciendo esa fecha de inmediato si fuera
posible.
A su vez, con la certeza de que en lo deportivo
no hay nada mas que hacer que rezarle al técnico / jugadores y esperar un
milagro, no tiene sentido que desde la oposición no se espere a que terminen de
estallar el avión o si aterrizamos a salvo nos dejen el recuerdo de este pésimo
vuelo por la B Metropolitana para acceder a las decisiones luego de estas pocas
semanas que quedan para este triste torneo.
Bien es sabido que, si Los Andes estuviera en
alguna posición expectante en el campeonato, estas marchas, esta reacción
masiva, esta hoguera de desesperación, no existiría. Aunque todos queremos un
Los Andes social y con una economía sana, sabemos perfectamente que el fútbol
es el corazón del club por lo que de alguna forma, aunque lo pongamos en otro
plano, el principal factor desencadenante de todas estas reacciones son las muy
malas campañas que se reiteran desde hace tiempo y este año tienen su peor exposición.
Es evidente que fue pésima la última
experiencia de renovación de autoridades, pero el momento para hacer pesar la
indignación e imponer la injusticia mediante marchas y demás manifestaciones
era luego del no acto eleccionario. Ahora lo que surge, aunque sea haga foco en
los errores de conducción, es una expresión masiva de la bronca que nos generan
los responsables de turno de otro gran fracaso deportivo. Potencialmente el
peor de nuestra historia. Entiendo que hay gente que desde el primer momento
puso el grito en el cielo, pero en ese contexto esas manifestaciones no
resultaron masivas, ni tan contundentes como en esta ocasión en que los
futbolístico empuja toda gestión mala o buena hacia el precipicio.
No tiene sentido la renuncia de Grossi ahora,
si mañana renuncia Grossi ¿Qué pasa?, ¿Quién sigue?, ¿Con qué legitimación?,
¿Qué nos garantiza que no caigamos de vuelta en las mismas malas experiencias
que tantas veces hemos sufrido?, los que no lo quieren de presidente tienen que
entender que lo ideal para sus intereses es que pierda una elección él o su
gente si es que se presentan con intenciones de seguir en la conducción.
Insisto, el presidente debe tener un gesto con
el pueblo de Lomas y a su vez ser inteligente para frenar esta ola enfurecida
de bronca que lo puede llevar puesto de mala manera y generar mas perjuicios al
club; llamando a elecciones urgente. Proponiendo las mismas luego del torneo
para que el resto de los actores puedan prepararse para participar de la mejor
manera posible, arribando a un proyecto bien elaborado.
Si hasta ahora me gané posiblemente insultos de
los que marchan con lo descripto anteriormente y el de los que están aferrados
al poder en el club, casi al mismo tiempo las oraciones que anteceden. A partir
de ahora desarrollo otra postura impopular, basado en experiencias de mas de 20
años de fracasos futbolísticos en nuestro querido Los Andes.
Lo primero que creo que tenemos que tener en
claro de cara al futuro es que, si bien estos últimos años fueron especialmente
malos, el Mil Rayitas tiene toda una vida de fracasos deportivos constantes. De
hecho, nuestra mayor gesta de los últimos 50 años, que fue el último ascenso a
primera; no fue fruto de un cuidado trabajo de muchos años, de un proyecto
sostenido en el tiempo o de un armado de equipo virtuoso a fin de conseguir un
ascenso. Se formó un equipo prácticamente nuevo, como casi siempre, con el fin
de salvarse del descenso y nos encontramos en el camino con un tesoro que nos
depositó inesperada y efímeramente en primera división.
Como tampoco estamos en condiciones de
llenarnos la boca idealizando un trabajo de inferiores que, no obstante el
esfuerzo de mucha gente de bien, solo dio un par de nombres importantes entre
ciento de miles de pibes que pasaron en todos estos años. El último, Leandro
Brey, arribando a su posibilidad de dar ese último paso que muchos chicos no
llegaron a transitar para establecerse como titular en primera; consecuencia de
un hecho casual por la desgracia de un compañero que se lesionó en la primera
fecha de un nuevo torneo.
Es que a casi todos los que llegan a la
dirigencia de Los Andes, el futbol los obnubila, los enceguece, se vuelve ese
objeto de poder y diversión del que todos quieren participar. Ante cada cambio
dirigencial, se transforma en una especie de playstation en la que todos
quieren jugar, todos creen saber como hacerlo, poniendo en manos de familiares,
amigos predilectos o socios el tan ansiado joystick para jugar el jueguito en
que un par se divierten con el mando en la mano, mientras todos sufrimos y que
lamentablemente siempre termina en un doloroso game over generalizado. Y así
nos va, siempre.
Entiendo que a esta altura, luego de que tanta
gente pasó por el club en el último medio siglo y de que nunca se alcanzó un
buen proyecto futbolístico; es hora de entender que ninguno de nosotros tiene
idea de como hacerlo y asumir nuestra incapacidad de encaminar al club a un
éxito deportivo sostenido. Cada año de nuestra historia fue y es una evidencia
de este hecho.
En consecuencia, tenemos un bendito club donde a
la mayoría nos gusta la pelotita número 5, pero evidentemente el conocimiento
al respecto no abunda; es hora de dejar de probar con la misma fórmula que
hemos aplicado durante años e ir por un rumbo distinto y diferente a todos los
transitados hasta este momento.
Puntualmente, entiendo que si la solución no
está adentro hay que buscarla afuera, es hora de pensar sin miedos en una
privatización del futbol del club.
Aprovechar la multiplicidad de gente capacitada
(abogados, contadores, escribanos, empresarios, etc) para generar las garantías
necesarias para que de ninguna manera se comprometa el patrimonio del club y
por el contrario se garantice una ganancia, mas el crecimiento de su
infraestructura. Pensar en un acuerdo a mediano plazo, el plazo de dure una
gestión dirigencial o dos, renovable, que permita tener flexibilidad de salida
y acceso total a lo que nos pertenece.
Pero con la plena conciencia de que no tenemos
nada por perder, que en el camino que vamos nunca nuestro club será exitoso en
el futbol actual, que no generamos grandes valores de inferiores que nos
generen un superávit que estemos en situación de poner en riesgo, que hay
modelos similares que están resultando exitosos en otros clubes y que de mínima
con una inversión que nos permita traer ciertos jugadores por lo menos
generaríamos de base un entusiasmo que los hinchas necesitamos desde hace
muchísimo tiempo.
Si queremos un cambio verdadero, pues,
caminemos distinto. Hoy Los Andes tiene dos desafíos, primero lograr una
estabilidad institucional. Segundo, generarnos algún entusiasmo a todos los que
contamos las horas por muchos años para ver un partido de Lomas y hoy solo lo
seguimos como una religión heredada sin prácticamente ninguna expectativa real,
con un entusiasmo adormecido. La privatización del fútbol es el único camino no
explorado por nosotros en este peregrinar de fracasos constantes, es una
solución que viene funcionando cada vez mejor y con mayor frecuencia en otros
clubes; es algo en medio de la nada que nos rodea como único horizonte desde
hace años.
Los Andes es nuestra sangre, siempre será así,
pero lo que solía ser nuestro mayor disfrute pasional hoy es nuestro
sufrimiento y sino corregimos el rumbo pronto lo veremos diluirse lentamente de
nuestras vidas. Nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros sobrinos, irán
gradualmente tomando otros caminos, buscando otros amores, perdiendo ese cariño
y alejándose de algo que nos solía hacer bien pero hoy por amarlo tanto nos
hace mal. A los unos y a los otros, reaccionen, cedan, consensuen una salida y
muestren pronto un rumbo claro para un club que está a la deriva. El club
primero y el futbol primero también, despertemos a esta pesadilla y soñemos con
un futuro mejor una vez en la vida. A sacudirse los miedos, los egos e
intereses personales, es hora de despertar. Tiene que ser ahora.