martes, 16 de agosto de 2022

CALA UNPOPULAR OPINION – Lo que nadie quiere escuchar

 

En vísperas del peor momento futbolístico en la historia de nuestro amado club, los hinchas de Los Andes hundidos en la desesperación nos entregamos al impulso mas básico y en medio de la indignación no pensamos en otra cosa que en romper todo con el solo fin de terminar esta pesadilla que parece empeorar día a día estos últimos años.

Pero antes que nada es importante entender como llegamos hasta acá y hacia donde vamos, porque si no analizamos profundamente todo lo que pasó en tantos años de fracasos casi constantes vamos a estar condenados a seguir repitiendo la misma historia con esta u otras comisiones.

En primer lugar, en este contexto, ante este evidente fracaso estrepitoso en la gestión futbolística y la escasa legitimidad que tiene una comisión sin el aval de un proceso eleccionario en su última renovación; es imprescindible que a fin de descomprimir esta olla a presión a punto de explotar la comisión directiva convoque a elecciones para después de finalizado este campeonato; estableciendo esa fecha de inmediato si fuera posible.

A su vez, con la certeza de que en lo deportivo no hay nada mas que hacer que rezarle al técnico / jugadores y esperar un milagro, no tiene sentido que desde la oposición no se espere a que terminen de estallar el avión o si aterrizamos a salvo nos dejen el recuerdo de este pésimo vuelo por la B Metropolitana para acceder a las decisiones luego de estas pocas semanas que quedan para este triste torneo.

Bien es sabido que, si Los Andes estuviera en alguna posición expectante en el campeonato, estas marchas, esta reacción masiva, esta hoguera de desesperación, no existiría. Aunque todos queremos un Los Andes social y con una economía sana, sabemos perfectamente que el fútbol es el corazón del club por lo que de alguna forma, aunque lo pongamos en otro plano, el principal factor desencadenante de todas estas reacciones son las muy malas campañas que se reiteran desde hace tiempo y este año tienen su peor exposición.

Es evidente que fue pésima la última experiencia de renovación de autoridades, pero el momento para hacer pesar la indignación e imponer la injusticia mediante marchas y demás manifestaciones era luego del no acto eleccionario. Ahora lo que surge, aunque sea haga foco en los errores de conducción, es una expresión masiva de la bronca que nos generan los responsables de turno de otro gran fracaso deportivo. Potencialmente el peor de nuestra historia. Entiendo que hay gente que desde el primer momento puso el grito en el cielo, pero en ese contexto esas manifestaciones no resultaron masivas, ni tan contundentes como en esta ocasión en que los futbolístico empuja toda gestión mala o buena hacia el precipicio.

No tiene sentido la renuncia de Grossi ahora, si mañana renuncia Grossi ¿Qué pasa?, ¿Quién sigue?, ¿Con qué legitimación?, ¿Qué nos garantiza que no caigamos de vuelta en las mismas malas experiencias que tantas veces hemos sufrido?, los que no lo quieren de presidente tienen que entender que lo ideal para sus intereses es que pierda una elección él o su gente si es que se presentan con intenciones de seguir en la conducción.

Insisto, el presidente debe tener un gesto con el pueblo de Lomas y a su vez ser inteligente para frenar esta ola enfurecida de bronca que lo puede llevar puesto de mala manera y generar mas perjuicios al club; llamando a elecciones urgente. Proponiendo las mismas luego del torneo para que el resto de los actores puedan prepararse para participar de la mejor manera posible, arribando a un proyecto bien elaborado.

Si hasta ahora me gané posiblemente insultos de los que marchan con lo descripto anteriormente y el de los que están aferrados al poder en el club, casi al mismo tiempo las oraciones que anteceden. A partir de ahora desarrollo otra postura impopular, basado en experiencias de mas de 20 años de fracasos futbolísticos en nuestro querido Los Andes.

Lo primero que creo que tenemos que tener en claro de cara al futuro es que, si bien estos últimos años fueron especialmente malos, el Mil Rayitas tiene toda una vida de fracasos deportivos constantes. De hecho, nuestra mayor gesta de los últimos 50 años, que fue el último ascenso a primera; no fue fruto de un cuidado trabajo de muchos años, de un proyecto sostenido en el tiempo o de un armado de equipo virtuoso a fin de conseguir un ascenso. Se formó un equipo prácticamente nuevo, como casi siempre, con el fin de salvarse del descenso y nos encontramos en el camino con un tesoro que nos depositó inesperada y efímeramente en primera división.

Como tampoco estamos en condiciones de llenarnos la boca idealizando un trabajo de inferiores que, no obstante el esfuerzo de mucha gente de bien, solo dio un par de nombres importantes entre ciento de miles de pibes que pasaron en todos estos años. El último, Leandro Brey, arribando a su posibilidad de dar ese último paso que muchos chicos no llegaron a transitar para establecerse como titular en primera; consecuencia de un hecho casual por la desgracia de un compañero que se lesionó en la primera fecha de un nuevo torneo.

Es que a casi todos los que llegan a la dirigencia de Los Andes, el futbol los obnubila, los enceguece, se vuelve ese objeto de poder y diversión del que todos quieren participar. Ante cada cambio dirigencial, se transforma en una especie de playstation en la que todos quieren jugar, todos creen saber como hacerlo, poniendo en manos de familiares, amigos predilectos o socios el tan ansiado joystick para jugar el jueguito en que un par se divierten con el mando en la mano, mientras todos sufrimos y que lamentablemente siempre termina en un doloroso game over generalizado. Y así nos va, siempre.

Entiendo que a esta altura, luego de que tanta gente pasó por el club en el último medio siglo y de que nunca se alcanzó un buen proyecto futbolístico; es hora de entender que ninguno de nosotros tiene idea de como hacerlo y asumir nuestra incapacidad de encaminar al club a un éxito deportivo sostenido. Cada año de nuestra historia fue y es una evidencia de este hecho.

En consecuencia, tenemos un bendito club donde a la mayoría nos gusta la pelotita número 5, pero evidentemente el conocimiento al respecto no abunda; es hora de dejar de probar con la misma fórmula que hemos aplicado durante años e ir por un rumbo distinto y diferente a todos los transitados hasta este momento.

Puntualmente, entiendo que si la solución no está adentro hay que buscarla afuera, es hora de pensar sin miedos en una privatización del futbol del club.

Aprovechar la multiplicidad de gente capacitada (abogados, contadores, escribanos, empresarios, etc) para generar las garantías necesarias para que de ninguna manera se comprometa el patrimonio del club y por el contrario se garantice una ganancia, mas el crecimiento de su infraestructura. Pensar en un acuerdo a mediano plazo, el plazo de dure una gestión dirigencial o dos, renovable, que permita tener flexibilidad de salida y acceso total a lo que nos pertenece.

Pero con la plena conciencia de que no tenemos nada por perder, que en el camino que vamos nunca nuestro club será exitoso en el futbol actual, que no generamos grandes valores de inferiores que nos generen un superávit que estemos en situación de poner en riesgo, que hay modelos similares que están resultando exitosos en otros clubes y que de mínima con una inversión que nos permita traer ciertos jugadores por lo menos generaríamos de base un entusiasmo que los hinchas necesitamos desde hace muchísimo tiempo.

Si queremos un cambio verdadero, pues, caminemos distinto. Hoy Los Andes tiene dos desafíos, primero lograr una estabilidad institucional. Segundo, generarnos algún entusiasmo a todos los que contamos las horas por muchos años para ver un partido de Lomas y hoy solo lo seguimos como una religión heredada sin prácticamente ninguna expectativa real, con un entusiasmo adormecido. La privatización del fútbol es el único camino no explorado por nosotros en este peregrinar de fracasos constantes, es una solución que viene funcionando cada vez mejor y con mayor frecuencia en otros clubes; es algo en medio de la nada que nos rodea como único horizonte desde hace años.

Los Andes es nuestra sangre, siempre será así, pero lo que solía ser nuestro mayor disfrute pasional hoy es nuestro sufrimiento y sino corregimos el rumbo pronto lo veremos diluirse lentamente de nuestras vidas. Nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros sobrinos, irán gradualmente tomando otros caminos, buscando otros amores, perdiendo ese cariño y alejándose de algo que nos solía hacer bien pero hoy por amarlo tanto nos hace mal. A los unos y a los otros, reaccionen, cedan, consensuen una salida y muestren pronto un rumbo claro para un club que está a la deriva. El club primero y el futbol primero también, despertemos a esta pesadilla y soñemos con un futuro mejor una vez en la vida. A sacudirse los miedos, los egos e intereses personales, es hora de despertar. Tiene que ser ahora.


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